LA CABALLERÍA SUFÍ Y LOS COBARDES IGNORANTES

Torre Eiffel

«La verdadera manera de hacer daño al enemigo es ocuparse del amor del Amigo; por el contrario, si te ocupas en hacer la guerra al enemigo, éste habrá obtenido lo que quería de ti, y al mismo tiempo habrás perdido la ocasión de amar al Amigo».

Mulay ‘Alî al-Yamal

 

 

El espíritu del yihâd

«El verdadero guerrero del islam rompe el cuello de su propia ira con la espada de la tolerancia, como dice Mawlânâ Rûmî, siguiendo el discurso de ‘Alî ibn Abî Tâlib, prototipo del fatà o caballero espiritual; el falso guerrero rompe el cuello de su enemigo con la espada de su ego desenfrenado. Para el primero, el espíritu del islam determina a la yihâd o combate espiritual; para el segundo, la ira amarga, haciéndose pasar por yihâd, determina al islam. El contraste entre ambos no podría ser más claro».

[Reza Shah-Kazemi, «Recordando el espíritu de la yihâd», en Joseph E. B. Lumbard, El islam, el fundamentalismo y la traición al islam tradicional, J. J. de Olañeta editor, Palma de Mallorca, 2007, p. 228].

 

 

El yihâd y los seis obstáculos

«Dijo uno de los ‘ârifûn [gnósticos] llamado al-Sarrây:

«No logrará el hombre la categoría de los sâlihûn [devotos] hasta que con su yihâd [esfuerzo personal] pase seis obstáculos:

Que cierre la puerta de la comodidad y abra la puerta de la fatiga.

Que cierre la puerta de la vanidad y abra la puerta de la modestia.

Que cierre la puerta del reposo y abra la puerta del esfuerzo [yihâd].

Que cierre la puerta del sueño y abra la puerta de la vigilia.

Que cierre la puerta de la riqueza y abra la puerta de la sencillez.

Que cierre la puerta del deseo  y abra la puerta de la preparación a la Unidad».

[Hayy Sidi Sa’id Ben Ayuiba Al-Andalusí, Yihad y Adab. Esfuerzo y Cortesía, Mandala, Madrid, 2004, p. 29].

 

 

«La Futuwwah o Yavânmardî es una suerte de caballería espiritual, de yihâd mayor: un combate, no con las armas en la mano, sino un combate interior para conformarse a un modelo de vida, para perfeccionarse y trabajar a favor del florecimiento de fuerzas espirituales interiores, para convertirse en un «caballero del alma», un «caballero de la fe», libre de todas las pasiones y lujurias, y de todas las debilidades y tinieblas del alma».

[Deborah G. Tor, Violent Order: Religious Warfare, Chivalry, and the ‘Ayyâr Phenomenon in the Medieval Islamic World, Orient-Institut Istanbul, Würzburg, 2007, p. 245].

(Todos los textos anteriores proceden del blog Círculo de Oriente, que la paz de Dios sea con sus miembros y redactores).

 

 

Somos testigos de la cobardía, crueldad, falta de piedad y falta de fe verdadera (dime de lo que presumes…) de los asesinos terroristas. Que además son ignorantes. Porque pretenden ser los herederos genuinos del Islam más puro y tradicional, pero esto no puede ser más falso. Son gentes sin honor, valor, ni la más mínima raíz en la verdad. Su lucha es ciega, sin sentido, y no puede ganar.

El verdadero Caballero (musulmán, cristiano, de la creencia que sea) se combate en primer lugar a sí mismo. Sus valores (justicia, caridad, generosidad, fortaleza, templanza, modestia, valentía…) lejos de haber prescrito en la lejana Edad Media están hoy tan vigentes como lo estuvieron siempre. Los que se llaman a sí mismos “defensores de Dios” los han olvidado, son sus enemigos. Pero nosotros, que somos fuertes porque lloramos a las víctimas, porque sentimos compasión, pero no nos rendimos ni pretendemos renunciar a nuestra vida, sí que podemos observar aquellos antiguos valores. Eso nos hará invencibles.

Sufi-HP